martes, 5 de enero de 2016

El Circulo Sobre el Arbol






La estrella posa su circulo en la punta
del árbol.
La noche la acompaña y deja su piel
de amuleto en alguna de las ramas.
Solitarias estridencias a lo lejos como
minerales de carne, nos llaman.
Pero, insertamos ese sueño en una piedra
de vidrio tocada por el agua.
Indicios de lenguajes despiertan entre
revelaciones de escamas y manantiales.
Los colores se borran entre solitarias
escaleras de poesía.
La noche vuelve al filo del travesaño y
deambulan los mástiles.
Expediciones de plastico a la aurora,
horizontes como los que en sueños oculta
la sangre.
Nombres de ángulos se suman a la belleza
invocando ferrocarriles.
Practicas de grutas entre lagunas
decoran de brea un cisne portatil.
Dioses ceñidos al lampo como en las
revelaciones.
Naturalezas de inmensidades y el sol,
donde el crepúsculo también grita un
poema.
Saetas de musgo donde la humedad libera
su primera oración.
Saetas de fertiles calles donde los
animales escriben del hombre.
Estrellas; todas en las barajas del
gitano.
Prodigiosos calendarios de materiales
amarillos, ofrecen al trance la continuidad
de un ejercicio sobre los estertores; uno
que revele el sonido de otra manera.
Y nuevamente la estrella posando su
circulo sobre los árboles...
Hasta que el universo nos encuentre
quietos, infinitos, inmoviles.



martes, 6 de octubre de 2015

Las Torres Boreales







Como un ala suspirando en el jardín desierto de una noche
y en su vuelo aquella intimidad a la que un nombre olvida
y uno se separa del mar antes que lo pronuncien los labios.
Pero era en tus ojos el ruido azabache de la tempestad
la boca dirigiendo un planeta azul entre la mía y el iris
de un sepulcro protegido por ventanas de escudos.
Tú sabes que la inspiración se deslumbra cuando no queda nada
cuando algo insomne desde el mar revienta en las pupilas
algo como una memoria y nace desde cualquier imagen.
Tú sabes que cuento ídolos mientras la arena esta sola
y en una urna indicios de efebos terminan con un pubis amarillo
igual que un enjambre de una noche quieta y rota.
Yo pienso en los juglares pero no, no hay aquel que sepa
yo pienso en trovadores pero no, no hay aquel que sienta
y a través de un espacio el silencio agita sólo montañas.
Claveles de sed, una pantera iluminada por iris estelares
por este manantial donde un homicida recorre sus muertos
para ver como es la vida cuando en la tierra no suspira.
Ventanas de lunas donde nacientes son los espejos
muladares de medallas recorriendo trenes de perros
junto al rostro hay un aire tan ardiente que lo quema todo.
Y emprendes en sus ojos un camino de talismanes
un granizo de coral tejiendo su lumen de aventuras
su caravana de adioses donde nos elige el rocío.
Escuchas, el destino es un fulgor, la divinidad el brillo
y en cada soledad no hay musa que comprenda de ciudades
de una razón arañando los rincones como una telaraña.
Yo soy de frío, a veces de fuego, me miro y me encanto
desde clases profanas, mi educación aún es de agua y robo
y miento para que el amor nunca pueda encontrarme.
Qué puede contarle un dios a otro dios cuando no hay planetas
me aburriría de ver sus pupilas porque aprendí en las mías
y no hay regreso sino espirales donde se humedece el sueño.
Toma este viento cielo, que ruede en tu cuerpo como la vehemencia
o un río que voluptuoso vuelve a coser sus mejillas, para que en
el mar no se pierdan como en las entrañas sus ojos.
Haz que sus labios se repitan en los tuyos maldiciendo una hoja
porque el verdor no ha de ser jamás nuestro, pero oyendo
allí una estética donde sólo las yemas descienden de ciencias.
Hoy esta noche no hay un canto sino es esta danza de fulgor y circo
de ruta sobre el mar que no puede tejer el pensamiento
de incienzo en el caliz de tu parpado abierto por los astros.
Y que todo dirija una admiración enhebrada por horoscopos
por estelas donde la pasión cuenta números sobre niños celestes
escondiendose en la noche y elevandose en el alba.









sábado, 23 de mayo de 2015

Principio de la Noesis






Principio de la Noesis
                                                          Al fuego porque todo lo convierte en ceniza.
                                                          Necesito a la idolatrìa para sostener mi fè y a la fè
                                                          para sostener mi idolatrìa.
Dios era sanguìneo.
Eso sucedìa porque su polis era poètica
y su noche desplegaba, un ideario donde se transtornaba la creaciòn
dentro de  un periscopio,
en toda espuma larga. Allì sobre las superficies
hay olas que vuelven estiràndose
como historias de goma que sòlo el vicio de la cresta
puede reclamar y despuès estamos nosotros,
una incisiòn de tu y yo prometiendo làpidas,
noesis en una de noche de espìritus cayendo por el sol
y las cabezas,
por un recorrido de huesos magneticos
supurados por macabros olvidos.
Dios era sanguìneo
nos olvidamos de frente un dìa de espuelas
en que los dirigibles eran amarillos
y partìan interpretando a los cielos,
como si los cielos pudieran ser interpretados.
De ese tiempo
los relàmpagos siguen cayendo
y son trampas de bengalas que incitan molinos
de temblorosos comandos con la nieve,
de electricidades en forma de agua
de iglesias donde mi espalda
enfrentada a las cupulas
ofrece bosques a los campanarios.
Allì un pàjaro, un cuervo de ceniza
molestando a la piedad,
un tormento de pàginas que envuelven
dominios con las fosas
y las tumbas.
No es el imperio de la muerte
tampoco podrìa llamarlo existencia.
Es la luz de un contrincante que besa una pantera
mientras un ente aparece,
limitado por el eter
o la celula,
dos leyendas que ofrecen el lìmite
por necesidad de epilepsias,
por necesidad de visiones.
Dos palacios alterados por la suerte
de un titan o el deseo de una herramienta,
de su suelo esquizoide,
allì donde piso està esperandome un rostro,
una mascara silenciosa de concreto
a quienes los hombres le ocultaron su vida.
Dios era sanguineo.
He podido terminar este poema
pero quiero ser intelectual como un dìa
en que representaba mentales tufillos con el ganado
cuando era viudo como un vegetal que inunda las raices.
Por eso dios es sanguineo.
Y nunca podrè imitarlo.

domingo, 19 de abril de 2015

Una Luz






Era sòlo una luz, se habìa disecado sobre
las sombras formando un punto blanco en el
aire. Esa punto era sostenida por la transparencia.

Arboles antiguos pasaban a lo lejos con
sus amenazas verdes. Volcanes amarillos 
incendiaban sus figuras entre esqueletos
de nieblas, tridentes como el soplo de 
una marejada asaltaban los bordes
de encarnizadas boinas, tejiendo
el miedo en las corolas
de los precipicios.

Los trapecios trasladaban cabellos de 
electricidad en siameses que dibujaban
apresurados los astros entre basaltos
religiosos.

El mar creaba y formaba 
camposantos donde la escritura mostraba
el veneno, dirigiendose al sol con una
arterìa o una vena infinita, abierta
por los salmos que un grillo
entonaba en los
comerciales del aura.

Era una luz, un mundo en ella de plastilina
nos ubicaba de manera que sòlo
pudieramos posar en ella
nuestros parpados.

Jamàs nuestro lenguaje.


lunes, 6 de abril de 2015

Poema



Cùal es el lirio de la resurrecciòn.
Cùal el que despierta, el que vaga por
la carne como si fuera un interior.
Cùal el profano y el mayeutico, como
los amaneceres de la boca, esos sin
palabras ni egoglas, semejantes a las
aves cuando pliegan o extienden
sus alas. 

En ese ritual llamado vuelo.

Dònde el yermo. El escolio del requiem
en el rostro, la intensidad con caballos 
de barro, los acantilados donde el 
destino ofrece a la vida, la suerte de 
los precipicios y eso no necesariamente
es un abismo.

En ese otro ritual llamado sueño.

Dònde yerran las flautas y apocopes,
el frìo semàntico de un elàstico, la 
fotografìa del sol con un genesis en la
boca. Dònde la estrutura del jabalì, el
acero de la sombra, hoy que los numeros 
dedican sus nùmeros a los prismas y
estos devuelven una mantis, una 
melodìa donde el barro se hace eterno
como el enigma de un prado llevado
por una corriente de magia en lo lejano.

En ese postrero ritual con nombre
de gnosis.


miércoles, 1 de abril de 2015

El Sol en los Baules






El sol está en los baules.
Alguna puerta toma el tamaño de las manos
para llegar a él. Otra vuelve a 
las corazas.
Y no sé si despierto porque el sol ha llegado
a los baules o toca el enigma 
en mis pupilas.
-tal sol no debería estar entre la realidad-
Es un niño que desesperadamente
se aferra al cielo.
Pero que está encerrado en los baules.

domingo, 15 de marzo de 2015

Balada de Tercetos






Hablabamos de esos castillos en el corazòn
estilizados por cascos amarillos en un tropo
donde el fulgor volvìa iridiscente toda yesca.

Tridentes entre la marejada de una latitud
devuelta a la desnudez por las crestas, donde
ya antes se batieron dioses y pàjaros. Citas,

de un universo en trance con los paradigmas
donde una casa insertaba su habitaciòn de
pelìcanos, con una estrella en la boca.

Citàbamos edificaciones donde lo nocturno
juntaba gargolas de encias y hambrientos 
colores de sinonimia entre los feldespatos.

Acentos como una sensibilidad de nebulosa
que toma los iones del helio en una fogata
conjugada por la estalactita en las hienas.

Tomada acaso de profecìas con los lobos
y las extrañas manadas que inundan el pelo
junto a cicatrices de mundos tocados por algas.

A lo lejos la extinciòn, la musicalidad, la brasa
de un mediodìa, extendiendose en el cuadrado
donde es encerrado un triàngulo y un circulo.

A lo lejos, los significados e interpretaciones 
que irradian direcciones de aspas en la piel
para que un hombre no deje de encontrar molinos.

Decìamos que la nube no siempre es redonda
que los camellos no sòlo escriben de desiertos
que las imagenes descifran su propia metrica.

Que los mensajes se convierten en patriarcas
que el punto es la soledad que inicia el poema
y la linea el espiritu, que a veces lo termina.